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A 103 años de la revolución rusa: El pasado común del mundo

Después de que el gobierno bolchevique abolió el calendario juliano utilizado por los zares en Rusia, para el resto del mundo en el calendario gregoriano, los sucesos de la revolución rusa iniciaron un 7 de noviembre de 1917.

Y es que vale la pena recordar este suceso porque, sin lugar a duda, fue uno de los eventos contemporáneos que marcaron el rumbo de vidas y naciones enteras. Para quienes nacimos después de 1990, seguramente no recordamos nada de cómo fue el mundo dividido en dos: alertas nucleares, historias de espionaje, carreras espaciales, tensiones geopolíticas, la existencia de dos Alemanias y hasta la disputa por el medallero olímpico entre Estados Unidos y la URSS.

Sobre el proyecto soviético que derrotó el zarismo ruso se ha escrito muchísimo con profundos acuerdos y desacuerdos que no alcanzaríamos a dilucidar en este espacio. No obstante, a pesar de criterios en favor o en contra del proyecto soviético, no podemos omitir dos aspectos: 1) estudiar el gran relato que se construyó en torno al socialismo durante el siglo XX y 2) que fue la concreción de una victoria con un cambio drástico enorme.

Sobre lo segundo, no se pueden disminuir los miles de vidas que dieron locomoción al proyecto soviético. Hombres y mujeres de fábricas y campos que conformaron el ejército rojo que combatiría la guardia blanca y, posteriormente, el nazismo. No es para nada un asunto menor esta enseñanza: para la victoria hay que tener arrojo. Atilio Borón cita a John Roemer, de Yale, quien escribió que “la revolución bolchevique fue, pienso, el evento político más importante ocurrido desde la Revolución Francesa”. Como sugerencia, valdría la pena decir que uno de los libros que mejor relata esto es: Los 10 que conmovieron el mundo, de John Reed, el periodista que entrevistó a Pancho Villa construyó una gran crónica periodística de este suceso. Sin ser un análisis político en favor o en contra, narra lo que logró ver entre asambleas y testimonios del poder soviético.

En torno al primer aspecto se desprenden otras ideas y cuestionamientos.  El socialismo fue una concepción que movió el mundo durante décadas y aquí, sin decir que sería lo mejor o no para el mundo del siglo XXI, sí se argumenta en favor de hacernos un criterio: leer sobre este período de la historia contemporánea para decir “estoy a favor o no me parece lo mejor para la actualidad”. Y es que vale la pena profundizar en el criterio porque el mundo en crisis nos exige comprenderlo. Y es que no es para menos, el proyecto soviético que sí triunfó en 1917 marcó esperanzas para muchas personas; muchas de ellas desparecidas, estigmatizadas y perseguidas por las personificaciones del autoritarismo.

La revolución rusa no solo cambió las condiciones propias de su país, dictó el rumbo de muchas naciones. Quizás ningún triunfo desde el siglo XIX polarizaría tanto el mundo y nos cuestionaría ¿Cómo se hace para construir una visión cultural que empuje proyectos sociales y qué condiciones intervienen para que esta perdura lo suficiente?

Se podría estar a favor o en contra del proyecto encabezado por Lenin, pero no se puede entender el mundo actual sin antes saber su historia

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