La nueva normalidad incluye una discreta Militarización.
El lunes 11 de mayo, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador firmó el decreto que autoriza la participación del Ejército Nacional en tareas de seguridad pública por lo que resta de su sexenio. Inmediatamente otras fuerzas políticas mostraron su preocupación -y condena- por las implicaciones que significa dicho decreto, pues el ejército seguiría en las calles haciendo tareas de vigilancia, investigación, patrullaje, retenes y otras operaciones en apoyo y bajo la coordinación de la Guardia Nacional. Una de las preocupaciones que despierta el decreto presidencial es cuál es el lugar del ejército y la Guardia Nacional dentro de esta nueva normalidad.
En el contexto de la pandemia de Covid – 19, el presidente decidió continuar con la consolidación del plan federal en materia de seguridad pública. Sin embargo, la militarización de la vida pública de un Estado no es un evento que se decreta de un día para otro, sino que es un proceso complejo que se vale de coyunturas para avanzar y requiere de su discusión y análisis. La militarización de la seguridad pública es un proceso global que tiene matices y particularidades en cada país. En América Latina, es muy cierto que los gobiernos de izquierda y de derecha han implementado planes que orientan la agenda de seguridad en un mismo sentido: el de la militarización.
En la coyuntura, actual hay que pensar el proceso de la militarización en varias dimensiones. En primer lugar, está la Estrategia Nacional de Seguridad Pública, la cual fue aprobada hace aproximadamente un año por el senado, el congreso y los otros 32 congresos locales, y la cual ya incluía el artículo transitorio que autorizaba el apoyo de las fuerzas armadas a la Guardia Nacional en tareas de seguridad pública.
En segundo lugar, está la pandemia de Covid – 19, cuyas medidas de contención incluyen una estrategia basada en el distanciamiento social y la cuarentena. El Sub secretario de Prevención y Promoción de la Salud, Dr. Hugo López Gatell, aclaró en su momento que el apoyo de la Guardia Nacional a la emergencia sanitaria, no significaba una militarización de la misma. Ya que todas las medidas de contención a la infección eran una recomendación, no una imposición y se emitían considerando los derechos humanos. Hay que remarcar que la estrategia federal puede o no, seguirse al pie de la letra por los gobernadores estatales, que dentro de su jurisdicción tienen la suficiente autonomía para dictaminar medidas complementarias para reforzar la campaña contra la infección; como las medidas acerca del cubre bocas obligatorio, las restricciones a la movilidad e incluso toques de queda en algunos municipios del norte del país.
En el análisis de la coyuntura actual, conviene incluir la disputa política que tienen ciertos gobernadores y el Gobierno Federal. Como apuntamos, los gobernadores de los estados tienen cierta autonomía para actuar en el sentido de reforzar las medidas de contención a la pandemia. Para esto, ciertos gobiernos Estatales formaron un bloque para gestionar ante el Gobierno Federal otros recursos y apoyo que consideran necesarios para hacer frente a la emergencia sanitaria. En este contexto tenso es que el presidente decretó la integración y el despliegue de la mayoría del Ejército Mexicano a las tareas de “construcción de la paz”, “atención a la emergencia sanitaria”, “Plan de la Frontera Norte y Sur y Plan Migrante”, “seguridad y erradicación”, “Instalaciones Estratégicas”, entre otras tareas de índole federal. La razón fue el incremento de las cifras de delitos federales, homicidios dolosos e inseguridad en general. Este decreto incrementó de alguna manera las tensiones entre gobiernos estatales y el Gobierno Federal.
Articulistas y académicos opinaron sobre el tema, para despertar ciertas alarmas acerca de la particularidad en que se presenta este paso del proceso de militarización en México. En la Revista Proceso, Mauro Gonzales Luna, escribió un análisis en la que critica los extremos políticos de izquierda y derecha –colectivismo e individualismo- y, a la vez, propone una inclinación al centro -denominada solidarismo democrático-. En este modelo, entre otras cosas, no habría decretos autoritarios que amenacen con la militarización de la vida pública en función de mantener un orden común, ni órdenes ejecutivas que se aprovechen de un estado de emergencia para transformarlo en estado de excepción permanente que refuerce un poder dictatorial.[1] Esta es una referencia a un artículo reciente de Giorgio Agambem en el cual formula dos ideas para tratar de entender la pandemia y las medidas restrictivas a la movilidad que se expandieron más rápido que la misma enfermedad: hay una tendencia internacional a utilizar el estado de excepción como paradigma de gobierno y la otra es el estado de miedo y pánico que crece en las conciencias de los individuos y que deriva en un pánico colectivo y una crisis de seguridad que el Estado crea y el mismo Estado tiene que resolver.[2] A diferencia del artículo de Gonzales Luna, en éste no se nota la crítica a las izquierdas ya que los procesos de militarización también han caracterizado a los gobiernos de centro y de derecha.
La redacción del periódico digital Eje Central, retoma opiniones de investigadores del CIDE y de la UNAM. Alejandro Madrazo Lajous, Doctor en derecho, opina que con este decreto presidencial estamos asistiendo a una militarización en el gobierno debido a que tareas esenciales de seguridad pública estarán a cargo de militares, lo que implica un permanente peligro para la ciudadanía. Este investigador del CIDE, observa una continuidad con las políticas del gobierno de Felipe Calderón, como la militarización y la centralización; concluye que, de continuar con esta tendencia, se agravará la crisis de seguridad. El Investigador Javier Oliva de la UNAM, opina que el decreto viene a raíz de que las estrategias estatales y municipales para reducir el crimen y la inseguridad no han resultado tan efectivas como era deseado, por lo que se necesita reforzar la vigilancia en ciertas zonas específicas del territorio nacional. Agregó que debemos estar atentos a otros indicadores de militarización como la imposición de militares en los gobiernos estatales, así como la presencia de militares en el gabinete presidencial y en los altos mandos de policías civiles, además del control y represión de manifestaciones y expresiones civiles. Estas opiniones no necesariamente están opuestas.[3] En América Latina, los procesos de militarización cada vez son más complejos y discretos, además que ya no es común el golpe de estado que militariza la vida pública de un Estado de la noche a la mañana. Estos procesos se dan en un largo aliento, por lo que se debe estar alertas y ser cautelosos al tratar de analizarlos.
En entrevista de José Luis Medina a Javier Sicilia para Milenio noticias, el fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y dignidad opina acerca del decreto presidencial, que a su parecer mantiene una continuidad en la política de seguridad con los dos sexenios anteriores y agregó que “… es el sueño de Felipe (Calderón): darle rango constitucional a las fuerzas armadas. Le dio carta de legitimidad a algo que ya estaba con todo lo que significa aumento de la violencia, desapariciones forzadas, no olvidemos que los ejércitos son la extrema violencia, y digan lo que diga eso es Estado de excepción.”[4] Vemos de nuevo la referencia al Estado de excepción decretado, pero no de manera abierta.
El juego político que se desdobla en el tablero de la seguridad de un Estado, es fundamental para comprender la manera en que la agenda de militarización va ocupando un lugar de prioridad. Ya no hay que entender la militarización como un suceso. Sino como un proceso político que se vale de coyunturas para cubrir terrenos sociales de una manera más velada. Los cuestionamientos que pueden contribuir al esclarecimiento de un programa de militarización a corto plazo, se refieren al lugar que ocupará la Guardia Nacional y casi la mitad del Ejército Nacional en la Nueva Normalidad, y al tipo de operaciones específicas que conllevan los planes de “construcción de la paz” y “seguridad y erradicación”.
[1] Extraído de https://www.proceso.com.mx/630185/pandemia-viral-economica-y-de-militarizacion el 23 de mayo de 2020
[2] Agamben Giorgio, La Invención de una Pandemia, publicado en quodlibet.it, 26 de febrero 2020.
[3] Extraído de https://www.ejecentral.com.mx/decreto-de-amlo-militariza-y-centraliza-seguridad-publica/ el 23 de mayo de 2020
[4] Extraído de https://www.milenio.com/politica/militarizacion-amlo-cumplio-sueno-calderon-sicilia el 23 de mayo de 2020
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