Canoa: Memoria de un hecho vergonzoso
Reseña por: Roberto Muñoz
Director: Felipe Cazals
México, 1975, 115 min.
Disponible en Youtube.
La primera escena de “Canoa” empieza con el sonido del teléfono. La imagen sale de negros y la conversación entre dos periodistas empieza: mientras uno relata los hechos sucedidos en la noche del 14 de septiembre de 1968 en San Miguel Canoa, el otro transcribe en la máquina de escribir: el linchamiento de un grupo de personas a manos de los habitantes de dicha comunidad. Desde la primer escena, y a través de dos personajes que son inmutables ante tal noticia, el director ya nos contó el suceso sobre el cual esta cimentada su película.
En la década de 1960 los 60sel país se encontraba en un clima de tensión política e ideológica. Las crecientes manifestaciones sociales, la paranoia de un gobierno que estigmatizaba a las universidades de semilleros comunistas y el choque ideológico por los estragos de la guerra fría: ocasionaron un caldero que termino por explotar en 1968. Antes de Tlatelolco, la noticia del linchamiento de cinco empleados de la Universidad de Puebla estremeció al país. El vacío de poder del gobierno en una comunidad rural, el autoritarismo de un sacerdote, y una población analfabeta y profundamente católica, culminaron en el asesinato de cuatro personas que, hasta la fecha, sigue impune.
Para 1975, Felipe Cazals – quien ya tenía cuatro películas y algunos documentales en su repertorio – sorprendió al cine nacional con “Canoa”. Una película que rompe y propone un nuevo concepto de como contar la otra realidad mexicana de la que no se hablaba hasta ese momento. Y es que la manera en como aborda un suceso denso, sigue sorprendiendo hasta la actualidad.
La cinta juguetea con el género del documental y en los primeros 20 minutos una voz en off nos relata el contexto de San Miguel Canoa: una comunidad analfabeta, religiosa, y que está bajo el régimen del cura Enrique Meza, quien mediante sus fanáticos religiosos cobra impuestos e intimida a quienes no siguen sus reglas. Asimismo, nos revela la visión de ambos bandos: la de los campesinos que están hartos por los abusos cometidos, y la de los seguidores del sacerdote que están confiados ciegamente en su liderazgo.
Esta introducción nos mete en el contexto y en las circunstancias que llevaron a la tragedia. Después, la cinta se convierte en una recreación del suceso, y el género documental sucede a lo largo de la historia en forma de interludios. Mientras avanza, vamos conociendo a los personajes. La tensión y el miedo se van encarnando a cada uno de ellos y va creciendo a medida que transcurre el filme
La dirección de Cazals es magnífica. La película en ningún momento aburre o se torna lenta o pesada; al contrario: mediante un realismo y una crudeza avasallante, se cumple el cometido de que el espectador también sea sumergido al linchamiento. Ese mérito es, también, gracias al guion de Tomas Pérez Turrent, quien establece una narrativa clara, donde las situaciones y la personalidad de cada uno de los personajes son creíbles y convincentes.
Otro elemento a destacar son las actuaciones; en general todos los actores y actrices se notan comprometidos con la película y ofrecen actuaciones solidas; aunque hay unas mejores que otras. Quien se roba la película es Enrique Lucero, por su excelente interpretación del cura Enrique Meza. Personaje que través de un aspecto frío es capaz de trasmitir esa sensación de maldad y manipulación que nos hace enojar y sentirnos impotentes.
La fotografía de Alex Phillips Jr. nos muestra de manera clara la geografía del lugar. Hace sentirnos testigos del suceso y con alguna toma nos transmite la sensación de agobio.
Estoy seguro de que en la actualidad la película no ha envejecido mal a comparación de sus contemporáneas. Como es el caso de las películas pertenecientes al “cine de ficheras” que abundaron en esa década.
Canoa sigue teniendo esa esencia propia y seguirá sorprendiendo a nuevas generaciones. Esta cinta es más que una película fundamental en la cinematografía nacional. Hoy por hoy, se ha ganado un puesto donde podría ser considerada una obra maestra. Pero lo que es completamente seguro, es que esta fue la carta de presentación de Felipe Cazals, y su particular visión cinematográfica que lo coloco como un referente del cine nacional. Para San Miguel Canoa, esta película es un recordatorio de una herida. Aunque esta ya cicatrizada, permanece visible.
Calificación: 9/10
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