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CHIAPAS Y SINALOA

LAS BOCAS DE UN MISMO INFIERNO

México, resiliente desde sus orígenes, ha venido arrastrando como principales problemas a la violencia y a la desigualdad, estos, como problemas centrales, han desplazado a muchos otros problemas que afectan la vida publica del país, y han traído como consecuencias a más problemas.

La violencia y la desigualdad han hecho de sus bastiones a los Estados de Chiapas y Sinaloa, dos mundos completamente distintos, porque se suele decir que, en México, sus Entidades Federativas es tan distintas entre sí que pareciera que cada una es un país diferente, aunque los malestares sociales sean los mismos.

De la cuestión chiapaneca:

victimas de la violencia en Chiapas.

El problema de Chiapas lleva más de un siglo presente, la marginación, la pobreza, el saqueo de sus recursos naturales por grandes empresas nacionales, transnacionales y oligarquías, el olvido de los pueblos originarios, la indiferencia, entre muchas otras monstruosidades, han estado ahí desde hace muchas décadas, pero han venido resurgiendo con más fuerza conforme pasa el tiempo. El primero de enero del año 1994 se levantó en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), brazo armado de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), como una forma de visibilizar una realidad olvidada por la clase política e incluso por los mexicanos de a diario. La fecha del levantamiento no fue para nada casualidad, la entrada en vigor del otrora Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá (TLCAN) aseguraba, según el presidente en turno Carlos Salinas de Gortari, la entrada a México a la modernidad, a un México que decía adiós a la pobreza, que se despedía de la desigualdad, o eso querían hacer creer los “Chicago Boys”, la realidad en todo México, pero sobre todo en Chiapas era muy distinta al discurso oficialista. Decenas de infancias perdidas año con año por enfermedades curables, el problema de la tierra, el problema de la riqueza acumulada en pocas manos; había iniciado la guerra contra el olvido. El presidente Carlos Salinas de Gortari trató de denostar al movimiento como una organización contraria a los esfuerzos de la sociedad chiapaneca, y que no era ni popular ni indígena, aunque la historia lo ha desmentido contundentemente.

Los esfuerzos de los zapatistas, aún con todo en contra, fueron rindiendo frutos poco a poco, y también fue guardando silencio, pues ahora la meta era construir la colectividad en el territorio liberado. Los embates regresaron paulatinamente más contundentes y agresivos a partir del año 2018, cuando el entonces candidato a la presidencia Andrés Manuel López Obrador criticó al movimiento por haber entrado a la carrera presidencial, intentando postular a Marichuy, haciendo que muchos seguidores del candidato atacaran y denostaran a la compañera y al movimiento; pero el verdadero terror llegó cuando a partir del año 2021 se comenzó a difundir la noticia de que el Cartel se Sinaloa había intensificado su presencia en el Estado y más precisamente en la frontera con Guatemala, y posterior a su presencia se intensificaron también los enfrentamientos armados con grupos pertenecientes  al Cartel Jalisco Nueva Generación, la escalada de la violencia puso en jaque a las autoridades y a la sociedad chiapaneca, todo ello obligó al desplazamiento forzoso de decenas de familias, y al abandono de los llamados “caracoles” o juntas de buen gobierno autogestionados por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, entre muchas otras consecuencias. A día de hoy Chiapas se considera un Estado al borde de la guerra civil, pues no son solo los grupos criminales los que se enfrentan, si no que también a esta lucha se han unido ciudadanos del común que han formado grupos de autodefensa como es el grupo de “El Machete”, que han decidido hacer frente al problema por medio de la violencia debido a la falta de respuesta por parte del gobierno local y federal. Un problema terrible que hereda López Obrador a su sucesora Claudia Sheinbaum.

Dos mundos completamente distintos unidos por un mismo infierno:

¿Pero por qué hablar en conjunto de dos Estados, que sí, sufren el mismo padecimiento de la violencia? Bueno, porque la violencia que los une no es un caso aislado y diferente del orden local, es el problema ya añejo en este país del narcotráfico, de las consecuencias que la sola existencia de estas organizaciones monstruosas conlleva, de la violencia organizada que genera el crimen organizado y que los gobiernos no han sabido atender efectivamente desde hace ya años atrás.

De la cuestión sinaloense:

Presencia de la Guardia Nacional en Sinaloa ante la ola de violencia.

Estigmatizado tristemente por ser cuna de grandes capos y carteles de la droga, el bello Estado de Sinaloa se encuentra hoy casi en estado de sitio, se habla ya formalmente de un tercer culiacanazo. Bastión de los “chapitos” y del Cartel de Sinaloa, creación de su padre, el hoy ya capturado Joaquín el Chapo Guzmán Loera, el Estado de Sinaloa se encuentra sumido en la violencia, esta se volvió a desencadenar con fuerza luego de la presunta traición de Joaquín Guzmán López hacia Ismael El Mayo Zambada, pues el día 25 de julio del año 2024 fue dada a conocer la noticia de su captura y situación jurídica por parte del gobierno de los Estados Unidos esto tras aterrizar en el aeropuerto rural de Doña Ana (Nuevo México), a las afueras de la ciudad fronteriza El Paso. El gobierno de México desconoció los detalles de la operación llevada a cabo por el vecino del sur y prefirió esperar a que se dieran a conocer más detalles.

La noticia en Sinaloa rápidamente consternó a los ciudadanos pues en fotos filtradas se apreció a Joaquín Guzmán López saludando de mano a los agentes norteamericanos, pues esperaban ya una ola de violencia entre las facciones del Cartel y también como represalia por el hecho. Y así fue, la violencia fue escalando hasta el grado de suspender clases a los niños. El primer hecho violento que movilizó a la autoridad del orden local fue el asesinato de Héctor Cuén quien en vida fuera rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, presidente municipal de Culiacán y diputado local, pero también adversario político del Gobernador del Estado Rubén Rocha Moya, sobre este último, El Mayo Zambada aseguró que el día de su captura había sido citado por Joaquín Guzmán López a una reunión con el gobernador Rocha Moya, y sobre el asesinato de Héctor Cuén se refirió a él como un amigo de hace tiempo. La carta del capo ha enredado más el asunto y las versiones de los gobiernos de México y Estados Unidos que solo se han contradicho mientras más pasa el tiempo. Traición o no, planeado o no, verdades o no, quienes pagan hoy las consecuencias son los ciudadanos que viven la violencia de manera colateral, afectando su vida y sus actividades diarias.

El reto y su solución que parece imposible:
Omar García Harfuch visita Sinaloa ante la ola de violencia.

El problema de la violencia y la desigualdad parecieran cosas imposibles de solucionar pues han estado presentes desde hace sexenios y solo se han acrecentado. A muy poco del cambio de administración federal, ya no se espera una solución pronta y expedita del problema, pero si al menos un combate más frontal con consecuencias más favorablemente rápidas para los mexicanos que están hartos de cargar con el problema del narcotráfico, no solo en Sinaloa y en Chiapas, si no en todo el país.


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