Tratar a los niños como seres razonables [Carta de Antonio Gramsci sobre la educación de sus hijos]
Hoy, un aniversario más del día del niño,
desde el equipo de Eco Latinoamericano tomamos esta carta que escribió Gramsci
aconsejando cómo tratar a sus propios hijos, como un consejo vigente a todo el mundo
sobre cómo tratar a la niñez en general.
Queridísima Tania, […]
No sé por qué se le ha ocultado a Delio que estoy en prisión, sin reparar en que habría podido llegar a saberlo indirectamente, es decir, del modo más desagradable para un niño que empieza a dudar de la sinceridad de sus educadores y a pensar por cuenta propia, a hacer vida independiente.
Al menos eso me ocurría a mí cuando era niño: lo recuerdo perfectamente. Este elemento de la vida de Delio no me incita a escribirle directamente: pienso que cualquier orientación educativa, incluso la peor, es siempre mejor que las interferencias entre dos sistemas contrastantes.
Conociendo la gran sensibilidad nerviosa de Delio e ignorándolo casi todo de su vida real y de su desarrollo intelectual (no sé siquiera si ha empezado a leer y a escribir) dudo en tomar iniciativas a su respecto, en la incertidumbre precisamente de determinar interferencias de estímulos sentimentales contradictorios que considero serían perjudiciales ¿Qué te parece?
Por eso sería preciso estimular a Giulia a que me escriba con un mayor espíritu de sistema o tal vez a sugerirme lo que tengo que escribir, y habría que convencerla de que no se es ni justo ni útil, si se analiza con cuidado, mantener oculto a los niños que estoy en la cárcel: es posible que la primera noticia determine en ellos reacciones desagradables, pero el modo de informarles debe elegirse con tacto.
Pienso que es conveniente tratar a los niños como seres ya razonables y con los que se habla seriamente incluso de las cosas más serias; esto causa en ellos una impresión muy profunda, refuerza el carácter, pero especialmente evita que la formación del niño se deje al azar de las impresiones del ambiente y a la mecanicidad de los encuentros fortuitos.
Es propiamente extraño que los grandes olviden haber sido niños y no tengan en cuenta sus propias experiencias; por mi parte, yo recuerdo cómo me ofendía y me inducía encerrarme en mí mismo y a hacer vida aparte cada descubrimiento de subterfugio utilizado para ocultarme incluso las cosas que podían dolerme; hacia los 10 años me había convertido en un verdadero tormento para mi madre, y mi fanatismo por la franqueza y la sinceridad en las relaciones recíprocas me llevó a hacer alguna que otra escena y a provocar escándalos.
C174, 18 de diciembre de 1930
Este texto se pertenece a las CARTAS DE LA CÁRCEL
cuya fecha exacta se encuentra a pie del texto.
Esta edición fue transcrita del libro LA ALTERNATIVA PEDAGÓGICA,
de la editorial Fontamara, colección dirigida por Juan de Dios González Ibarra en 1988.
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