Migrantes poblanos en Passaic, Nueva Jersey: tensiones y contrapuntos de la experiencia migrante
Por: Iliana Vázquez Zúñiga[1]
“Passaic es una pequeña Puebla” me dice Javier, un migrante que administra una comercializadora de productos mexicanos en la Primera[2] una de las calles principales en la zona noreste de Passaic, capital administrativa del condado del mismo nombre, al norte de Nueva Jersey. “Es como estar en México”, me dicen otros paisanos cuando caminábamos por el parque Pulaski y observábamos el monumento de Ignacio Zaragoza, inaugurado en el 2012 por las autoridades de Mi Casa es Puebla tras los festejos del 150 aniversario de la Batalla de Puebla, una celebración que ha generado mayor popularidad que la propia independencia mexicana. Y es que esta zona de la ciudad ha emergido como el corazón de la actividad comercial, sobre todo en el rubro de la distribución y comercialización de productos mexicanos hacia el área triestatal (Connecticut, Nueva Jersey y Nueva York) y otros estados del país. Las “bodegas” de productos mexicanos han revitalizado la zona al pasar de un área de decadencia industrial, a una de mayor incidencia hacia los servicios, donde el comercio ha sido la principal fuente de ingreso para los migrantes mexicanos instalados desde hace tres generaciones en la ciudad.
La Market, otra de las calles principales, ha sido apropiada por migrantes poblanos que operan restaurantes, taquerías, panaderías, negocios de envíos de dinero, y todo tipo de establecimientos comerciales que han aprovechado el crecimiento de la población hispana en esta región. Muchos de estos migrantes han mantenido por años estos negocios, caracterizándose por ser una generación que llegó a New Jersey con sus padres, sin saber inglés, a trabajar en las “factorías[3]” que ahora están en desuso.
Los migrantes poblanos son originarios de diversas poblaciones del estado de Puebla, pero sobre todo de la región conocida como Mixteca, de municipios como Tulcingo, Axutla, Chila de la Sal, Chinantla, Tecomatlán, Piaxtla, Tehuitzingo, etc. En términos de patrones migratorios, se observa un flujo relativamente reciente en la historia de la migración México-Estados Unidos, que empieza en la década de los setenta (pese a que se registran llegadas desde los años cuarenta), pero se consolida en los noventa; lo que hace evidente la necesidad de salir de las localidades de origen tras la compleja transición a las políticas neoliberales y el abandono de las autoridades gubernamentales en muchas regiones rurales de México. Este circuito ha generado una dinámica compleja de establecimientos, retornos, viajes y transformaciones en sus vidas cuya trascendencia ha llamado la atención de muchos estudiosos[4].
En las entrevistas realizadas, muchos migrantes respondieron que habían llegado en los años setenta en compañía de sus padres, y atestiguaron en años posteriores una llegada masiva de paisanos de toda la Mixteca Poblana[5]. Los migrantes poblanos empezaron a trabajar en los complejos industriales de la región de Paterson y Elizabeth desde su llegada. Las fábricas fueron la primera opción de empleo para muchos de ellos. Y es que el desarrollo de esta zona puede pensarse como un proceso de contrapunteo en su relación periférica y dialéctica con Manhattan (que se encuentra a unos 24 km) en la que funcionó por años un modelo fabril y de manufactura que estaba en crisis en los setenta.
El desmantelamiento del modelo de desarrollo fordista, que tenía a la fábrica como figura productiva principal, funcionó hasta fines de los setenta y se resintió en el cierre de complejos industriales y el descenso de la manufactura en el norte de New Jersey y en general en todos los suburbios de Nueva York (Lurie & Veit, 2012; Mahler, 1995). Esta crisis generó un proceso de diversificación del mercado laboral en que se consolidó una economía de servicios. Se desarrollaron procesos de mayor especialización en sectores de nuevas tecnologías, servicios financieros y de trabajo intelectual (Canales, 2000). Estas modificaciones se expresaron de manera intensa en las relaciones sociales del mundo del trabajo traducidas en el aumento del comercio informal, la flexibilización del empleo en sus diversas formas (outsourcing, subempleo, autoempleo, trabajos atípicos, trabajo a destajo, etc.) y el auge en los trabajos de cuidado, puestos que son ocupados por migrantes mexicanos e indocumentados.
La llegada de migrantes mexicanos se incrementó justamente en este periodo y se hizo notoria en la inserción a empleos de baja remuneración generados como respuesta a estos cambios en rubros de cuidado, limpieza, fábricas y restaurantes. Los migrantes poblanos encontraban en esta ciudad una zona segura de acogida que tenía características no tan distantes a las de sus poblaciones de origen, al proporcionar redes de apoyo en un contexto hostil de adaptación y discriminación. Por tanto, Passaic fungía como un “refugio[6]” en donde los migrantes poblanos se fueron estableciendo como consecuencia de su condición desfavorable en el mercado laboral, racialmente diversificado y competido. Al mismo tiempo, la ciudad se desarrolló como una “ciudad dormitorio” donde persiste una movilidad constante de trabajadores hacia Nueva York.
En este contexto, los migrantes poblanos experimentaron dificultades para abastecerse de productos y alimentos mexicanos, por lo que emprendieron la formación de redes de abastecimiento e importación de productos que posteriormente se convirtieron en negocios sólidos de distribución de tortillas, de toda clase de chiles y alimentos perecederos desde México. Otros más invirtieron en restaurantes, panaderías y taquerías al estilo mexicano, destacando la comida poblana y regional como opciones exitosas en un mercado incipiente que pronto floreció. Las fábricas dieron paso a las bodegas y las calles del noreste de Passaic fueron ocupadas por los restaurantes de comida mexicana.
Los poblanos lograron fortalecer redes que ayudaba a los migrantes recién llegados con la búsqueda de empleos. Muchos de ellos, ya hacia la década de los noventa, experimentaron una mayor flexibilidad laboral que implicó la obtención de salarios muy bajos, condiciones de vida excesivamente precarias y el desplazamiento a zonas cada vez más remotas del área triestatal. Los migrantes poblanos fueron diversificándose en tanto se observa una generación con una relativa movilidad social y la llegada de nuevos migrantes que no tuvieron los mismos contextos de oportunidad. Estas dos generaciones vivieron estos cambios como una tensión en la que se generaron espacios de oportunidad y emprendimiento, así como de crisis y precarización. Se observa en la fábrica el declive de un modelo en agotamiento, que por otro lado fue la primera opción laboral para muchos migrantes en su llegada a la ciudad. Las bodegas y restaurantes representan la emergencia de un perfil de migrante con mayor capitalización, cuyo poder adquisitivo creció. Un emprendedor que vive de manera distinta la precarización, al crear sus propios mecanismos para generar sus nichos económicos.
Las fábricas de Passaic evocan estos espacios en crisis, símbolo de un modelo económico que finalizó. Al mismo tiempo surgen como bodegas y distribuidoras de productos mexicanos apropiadas por los empresarios poblanos para fines comerciales. La ciudad nos plantea una tensión entre el pasado y el presente, contrastes de nostalgia y emprendimiento que acompañan dos generaciones. La coexistencia de espacios de trabajo y experiencias disímiles de estar en la ciudad. Tensiones que se expresan como formas flexibles que permiten cuestionar los caminos exitosos del empresariado. Estas tensiones son el reflejo de la experiencia migrante desde la periferia, en estas zonas de contrapunto con la Gran Manzana.
[1] Mujer de pensamiento, antropóloga de formación. Cualquier comunicación a: ilia.vazzu@gmail.com, Twitter: @IlyaVazz
[2] Traducción del inglés First Street.
[3] Forma en que los migrantes nombraban las fábricas, del inglés “factory”.
[4] No es el espacio para resumir los trabajos académicos aquí. Pero se puede consultar: Cordero, 2007; Cruz Carvajal et al., 2019; Rivera, 2012; Smith, 2006, Vázquez, 2018.
[5] Estas entrevistas corresponden a mi trabajo de campo en Passaic, Nueva Jersey; realizado para mi posgrado en antropología social. Ver Vázquez, Iliana (2018) Ganarse la vida, jugarse la suerte: Una etnografía sobre comerciantes, mercados laborales y movilidad entre Tulcingo, Puebla y la zona metropolitana de Nueva York (1970-2017) [Tesis para obtener el grado de Doctor en Antropología Social]. El Colegio de Michoacán.
[6] El 11 de septiembre de 2007 Passaic fue declarada ciudad santuario. Una ciudad santuario es una localidad que proporciona algún tipo de protección a los inmigrantes en tanto colabora con estrategias que hacen frente a la aplicación de las leyes federales de inmigración en Estados Unidos. Estas ciudades tienen una política amigable con los inmigrantes y les proveen de servicios sociales, educativos y de protección, independientemente de su estatus jurídico.
Referencias bibliográficas
Canales, A. (2000). La inserción laboral de los migrantes mexicanos en Estados Unidos” [Ponencia]. XXII Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), Miami, Florida, USA.
Cordero, B. L. (2007). Ser trabajador transnacional. Clase, hegemonía y cultura en un circuito migratorio internacional. ICSyH-BUAP.
Cruz Carvajal, C., Ortega Ramírez, A. S., & Sánchez Gavi, J. L. (2019). Migraciones conteporáneas desde Puebla y gestión migratoria extraterritorial. BUAP.
Lurie, M. N., & Veit, R. F. (2012). New Jersey: A history of the Garden State (Rutgers University Press).
Mahler, S. (1995). American dreaming. Immigrant life on the margins. Princeton University Press.
Rivera, L. (2012). Vínculos y prácticas de interconexión en un circuito migratorio entre México y Nueva York. CLACSO.
Smith, R. (2006). México en Nueva York. Vidas transnacionales de los migrantes mexicanos entre Puebla y Nueva York. UAZ, Miguel Ángel Porrúa Editores.
Vázquez, I. (2018). Ganarse la vida, jugarse la suerte: Una etnografía sobre comerciantes, mercados laborales y movilidad entre Tulcingo, Puebla y la zona metropolitana de Nueva York (1970-2017) [Tesis para obtener el grado de Doctor en Antropología Social]. El Colegio de Michoacán.
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