Navidad en pandemia: la estrella de Belén que nos guía a cuidar los nacimientos
Para aprender de Jesús no importa creer en él como Dios, basta leer el evangelio, sus parábolas e historias para saber que estamos en presencia de un sabio que nos habla con todo su amor para que nos vaya bien. Si no es un Dios, sin duda era alguien que creía tanto en él que nos amó en su nombre como a hermanos menores. ¿Qué no hizo Jesús por todos nosotros, aún sin conocernos, aún sin que hayamos nacido?
En caso de no haber existido y ser una figura literaria y narrativa, todo sigue igual, hay evidencia comprobable de miles de hombres y mujeres que nos han amado como enseña el evangelio.
Pero hablar del Jesús (real o inventado) solamente como el hijo de Dios sabio y todopoderoso que caminó en el mar, es olvidar que fue también sobre todo, persona. Jesús para ser Dios fue carne y la carne, en los tiempos en que reina la maldad debe ser cuidada con amor para que no sea alimento de las bestias.
Ese hermano amoroso que hoy da consejos y acompaña a los más pobres y desprotegidos del mundo no llegó al mundo como un Dios todo poderoso, tuvo que nacer como cualquiera, debió aún estando en el vientre de María huir del Imperio y de Herodes que querían matarlo. Lo cierto es que su nacimiento fue un milagro y no sólo de Dios sino también obra de la humanidad; desde sus padres que heroicamente hicieron todo, los ayudantes y “chismosos” heroicos que secretamente cuidaron el paso de José y María para que se escondieran con eficacia, los Reyes que vienen de tan lejos para solidarizarse con estas personas a quienes no conocen, y les dicen que no están solos (lo que en tiempos de obligada soledad es vital), hasta del enojón casero que como sea les presta su pesebre. Finalmente por supuesto la mano del cosmos y de Dios que alinearon a Júpiter y Saturno para orientar a todos para cuidar el nacimiento.
La nueva era que inauguró Jesús no vino al mundo existiendo, tuvo que nacer, aquí entre humanos se hizo, aquí en el mundo creció, aprendió, lloró, se formó, para ya muchos años después dar su mensaje a la humanidad.
¿Qué sería de la humanidad si los cuidados del nacimiento hubieran fallado? ¿Si el imperio romano hubiera hallado al bebé y lo hubiera logrado asesinar’ ¿O si una vez nacido, aún indefenso hubiera sufrido?
Hoy todos en el mundo vivimos una navidad en pandemia, que si las cosas van mejor, será la única en la historia de la humanidad. Muchos nos sentimos mal por no poder estar cerca de los que queremos o por haber perdido a alguien cercano, y si bien las razones para estar triste son infinitas, no por eso dejemos que las razones para estar contentos se apaguen. No se trata de cegarnos y negar la realidad, no. Se trata de que pongamos las cosas en su justa dimensión y las tristezas las ordenemos por colores y tamaños poniendo en el centro las alegrías para que alumbren todo lo demás.
¿Por qué debemos estar alegres? Por todo lo que está naciendo. Sí, el mundo en el que crecimos se apaga, pero la humanidad sigue, en estos tiempos está naciendo un nuevo mundo. Este nacimiento es innegable, de le generación adulta depende cuidar lo que está naciendo o dejar que sea un nacimiento maltratado. Por amor a los que vienen a los que están naciendo, mantengamos el amor encendido.
El nacimiento de Jesús es un recordatorio de que todo para existir, necesita del cariño y responsable cuidado de la humanidad.
Facebook Comments