El ascenso de China como potencia espacial.
Por Miguel Silva
Lejos de ser solo una carrera espacial, estamos ante una guerra multidimensional entre EE.UU. y China, porque el crecimiento del gigante asiático en cuestiones extra planetarias ha sido exponencial – tan solo 15 años le ha tomado a la nación del dragón plantar su bandera en el satélite terrestre-.
En el inciso sobre “Política de Defensa Nacional de China en la Nueva Era” de su libro blanco, ya ponían en relieve que toda estrategia debía ir acompañada de avance tecnológico y multipolaridad, sobre la base de cooperación que siempre han seguido: el win/win (ganar-ganar); en un contexto internacional -que alude a los EE.UU. sin mencionarlos- en donde se desborda un sentimiento de hegemonismo amenazante, en donde las guerras regionales han puesto en riesgo la estabilidad geoestratégica y por lo tanto se menciona que sus gastos en defensa nuclear, espacial, cibernética y misilística aumentarán, y esta será interactiva con sus aliados.
El primer capítulo concluye, que el ejército Chino “se encuentra lejos de los principales ejércitos del mundo”, entendiendo entonces que sus esfuerzos están dirigidos principalmente en otras direcciones, como por ejemplo al alunizaje en la parte oscura de la luna con la sonda Chang’e 4, hecho que ninguna potencia espacial, llámese NASA (EE.UU.) o ROSCOSMOS (Rusia), han logrado. https://mundo.sputniknews.com/espacio/201901031084531587-primer-alunizaje-cara-oculta-satelite-natural/
Para entender esta estrategia hay que dirigirse al segundo capítulo del Libro Blanco, el primero de sus 5 puntos, se refiere a los espacios: “Salvaguardar los intereses de seguridad de China en el espacio orbital, el espacio electromagnético y el ciberespacio”, este objetivo ciertamente ha puesto en alerta a los EE.UU., quienes deben entender que habrá que negociar con otras dos potencias; algo impensable para el bélico país norteamericano; pero que el Pentágono ya había advertido en un informe divulgado en febrero de 2020: el espacio se convertirá en un campo de batalla entre EE.UU., China y Rusia, ya que según Mark Esper, Secretario de Defensa, ya poseen “satélites mortales”.
El programa lunar chino consta de tres etapas que buscan ser ejecutadas antes de finalizar el 2021, la rotación alrededor de la Luna (Chang’e 1 y 2), el alunizaje (Chang’e 3 y 4) y el retorno a la Tierra (Chang’e 5 y Chang’e 6). Nos encontramos en la última fase cumplida satisfactoriamente; hasta los medios occidentales lo toman como la operación espacial perfecta. Ya que el alunizaje, la colecta de rocas lunares (muestras), el ascenso de la nave de la orbita lunar, la entrada en la atmosfera de la tierra y su aterrizaje bien identificado, se realizaron sin inconvenientes.
La sonda Chang’e 5, tuvo un descenso suave a la luna; lo cual denota una tecnología muy avanzada en cuestiones de ingeniería aeroespacial. En décadas, China ha sido la única nación que ha alunizado, por encima de intentos como los de India y de empresas privadas en Israel que han fallado. China se considera la ganadora de la nueva carrera espacial, de tal manera que se ha insinuado que si se posicionan en la luna, tendrán una gran ventaja hacia la exploración espacial, y serán dueños del futuro. Otra hazaña tecnológica es el acoplamiento del ascendedor con el módulo lunar justo en la órbita de la Luna, ya que es la primera vez que una nación lo hace. La sonda China regresó con 2 kilogramos de rocas lunares, que fueron obtenidas a 2 metros de profundidad.
El experto aeroespacial Song Zhongping comentó para el portal Chino Global Times: “Ahora que el proyecto de exploración lunar de China ha llegado a un final perfecto y ha ganado muchas experiencias, China puede enfocar su energía en hacer uso de los recursos en la luna”. Este comentario resulta fundamental porque la Luna tiene minerales y materiales en abundancia que en la tierra son muy difíciles de encontrar y explotar, estamos a las puertas de ver quien se convierte en el primer minero espacial y, no menos preocupante, quien establece la primera base lunar para practicar la energía atómica, cosa que ya está descrita por el plan de defensa nacional de EE.UU., y que China ha denominado como militarizar el espacio.
La sonda Chang’e 6 hará otra ronda de recolecciones automáticas llevando carga útil (así se define al peso que pueden llevar los cohetes), la siguiente tanda de misiones de la Chang’e 7 explorará exhaustivamente la luna, mientras que con la Chang’e 8 se indagará la posibilidad de construir una base internacional de investigación lunar y así mismo también probará la tecnología de impresoras 3D con la esperanza de ayudar a los futuros residentes lunares.
El sentimiento nacionalista chino está como sus misiones, en la estratósfera, ahora se cree que la ocupación de cuerpos celestes como la Luna y Marte está más cerca de la realidad que nunca antes. Un golpe mediático y geopolítico contra los que abandonaron las misiones espaciales en Washington, cuando los norteamericanos parecían imbatibles en el espacio con la caída de la Unión Soviética.
Además de esto en inicios de noviembre China ha dado otro golpe geoestratégico, lanzando como parte importante de su programa espacial -el cohete portador Gran Marcha 6-, trece satélites de comunicaciones de un peso considerable que tienen una vida útil de 3 años, entre ellos va un satélite único, pues carga con el primer intento de tecnología 6G para pruebas, con tecnología de comunicación espacial de Tera-hercios; sin duda un paso gigante ya que en occidente aun no desarrollan el 5G y están lejos de su aplicación. El 6G como un desarrollo inimaginable en las comunicaciones de la raza humana es algo que está fuera de la comprensión actual.
Como la cereza del pastel, “The Middle Kingdom” (El reino de en medio) como se autodefinen en la cultura China -debido a que se consideran entre el cielo y la tierra, vaya ego ancestral-, pretenden precisamente entre 2021 y 2022 construir su propia estación espacial, para esto se llevarán a cabo 11 misiones, 4 tripuladas, 4 de carga, 2 cápsulas de laboratorio y un módulo núcleo.
Parece ser que en el tema aeroespacial tanto como en el económico, China no había hecho mucho ruido, hasta que occidente se percató que solo podía verle la espalda; estadounidenses, anglosajones y europeos, así como los propios asiáticos (japoneses), no saben por dónde les entran los golpes de la imparable maquinaria del gigante asiático, China no solo ha tomado un puesto en la repartición del poder multipolar, sino que se ha dedicado tanto a sus debilidades, que ha multiplicado sus fortalezas.
La geoeconomía más grande del mundo junto con EE.UU., ahora saca ventaja en desarrollo tecnológico que no podían ni imaginar hace 10 años en las esferas de poder occidental, estamos ante un cambio total del mundo conocido en últimos 50 años, y en América Latina, no nos queda más que sentarnos a observar cómo despega esta gran potencia, porque, aunque el anuncio de una Agencia Espacial Latinoamericana (ALCE) por parte de la CELAC, pareciera un faro de luz y esperanza, se necesitan más que buenas intenciones para disciplinar y coordinar avances tecnológicos por parte de todas las naciones de Latinoamérica y el Caribe para proyectarse al futuro espacial.
La intención no es mala, pero existen problemas de raíz más importantes que se deben paliar antes de un desarrollo espacial compartido, si bien es necesario, urgente, y debería ser un tema de seguridad nacional para todas y cada una de las naciones del siglo XXI, la CELAC aún no alcanza el nivel necesario para darnos esos avances en un rango competitivo de tiempo. Material intelectual y humano abunda en el continente, tal vez con ayuda de China y Rusia se podría incorporar Latinoamérica a las misiones espaciales, pero es un pensamiento muy ingenuo tomando en cuenta el poder que sigue ejerciendo EE. UU., con una NASA que lo que menos quisiera sería competidores locales o que estos se apoyaran con sus enemigos multipolares.
Podría darse una partición de responsabilidades, pero México esta enquistado en EE.UU., y Argentina endeudado hasta el cuello, el apoyo de China sería reducido, a menos que las potencias latinas pudieran quitarse el yugo, lo cual es hacer cuentas alegres.
El futuro es el espacio, hay que aspirar a las estrellas, desarrollando tecnologías propias, ir a un ritmo constante que haga que el continente pueda alcanzar las metas bien trazadas en un mediano y corto plazo, con ideales a largo plazo. Soñar con un desarrollo humano, tecnológico, intelectual, plural y multiétnico. Apoyándose de nuestros estudios propios, de las civilizaciones antiguas de nuestra América que eran hijos de las estrellas y cuyos avances astronómicos hacían palidecer a los grandes pensadores de Europa.
Visita número 331
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