¿Por qué se escogió a Hiroshima y Nagasaki para arrojar las bombas atómicas?
Por Karen Torres
La siguiente es la transcripción del video de “Der Jürgen” sobre uno de los acontecimientos más trágicos de la Segunda Guerra Mundial y la historia en general. Se abordará cómo Estados Unidos llegó a la decisión de seleccionar a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki como lugar de detonación de las bombas atómicas.
El nombre del Hiroshima esta tan ligado a la bomba atómica que es difícil imaginar que hubiera otros objetivos posibles. A principios de 1945 Estados Unidos todavía estaba a unos meses de construir su primera bomba y ciertamente aún no sabían dónde detonarla, las propuestas variaron desde ciudades militarmente relevantes hasta las ciudades con una gran importancia cultural.
A continuación, hablaremos sobre cómo se tomó la decisión de que las bombas cayeran sobre Hiroshima y Nagasaki.
Proyecto Manhattan
El 10 de mayo de 1945, 3 días después de que Alemania se rindiera a las potencias aliadas y terminara la Segunda Guerra mundial en Europa, un grupo cuidadosamente seleccionado de científicos y personal militar se reunió en una oficina en Los Álamos, Nuevo México.
Con Alemania fuera de la guerra, las mentes superiores dentro del proyecto Manhattan empezaron a debatir sobre dónde debería de tomarse la bomba, este grupo era conocido como el comité de objetivos, y la pregunta que intentaron responder fue esencialmente: ¿Cuál de las ciudades japonesas conservadas demostraría mejor el poder destructivo de la bomba atómica?
El general Leslie Groves, ingeniero del Ejército a cargo del proyecto Manhattan había estado considerando los objetivos desde finales de 1944. En una reunión preliminar había establecido sus criterios, el objetivo debía:
- Poseer un valor sentimental para los japoneses, de modo que su destrucción afecte negativamente la voluntad del pueblo para continuar la guerra;
- Tener algún significado militar: como fábricas de municiones concentraciones de tropas, etc.
- Estar mayormente intacto, para demostrar el asombro del poder destructivo de una bomba atómica
- Por último, ser lo suficientemente grande como para un arma de la magnitud de la bomba.
Por su parte los científicos del proyecto Manhattan estaban analizando otros temas, como las condiciones climáticas, el tiempo, el uso del radar o visores visuales y, por último, las ciudades prioritarias.
Señalaron que Hiroshima era el objetivo intacto más grande y que había permanecido fuera de la lista de ciudades bombardeadas, por lo que concluyeron diciendo que esta ciudad debería tenerse muy en cuenta.
Por contraparte señalaron que Tokio, Nagoya o Yokohama se consideraban inadecuadas. Tokio, por ejemplo, ya había sido suficientemente bombardeada, quedando solamente en pie los terrenos del Palacio del emperador.
Finalmente, uno de los científicos llamado Joey Stearns nombró cuatro objetivos preseleccionados en orden de preferencia Kioto, Hiroshima, Yokohama y Kokura, todas ellas eran grandes áreas urbanas de más de 3 millas de diámetro, capaces de ser dañadas efectivamente por la explosión y que probablemente no iban a ser atacadas en los próximos bombardeos de agosto. Se dice también que alguien planteó la posibilidad de bombardear el Palacio del emperador en Tokio, algunos la consideraron como una idea espectacular, pero era militarmente poco práctica. Sea como fuere, Tokio ya había sido sacada de la lista porque prácticamente la ciudad era escombros.
Otro de los objetivos posibles era la ciudad de Kioto una ciudad industrial con una población de un millón de habitantes, que además cumplía con la mayoría de los criterios del comité, miles de personas e industrias japonesas se habían mudado allí para escapar de la destrucción en otros lugares. Stearns declaró que la ventaja psicológica de Kioto como Centro Cultural e intelectual haría que los residentes aprecian más la importancia de un arma nuclear.
Por su parte, la ciudad de Hiroshima con 318,000 habitantes tenía un atractivo similar, la ciudad era un importante depósito del Ejército imperial, además de ser un puerto de embarque situado en el centro de una zona urbana de tal tamaño que no eran parte de la ciudad podría sufrir grandes daños.
Hiroshima era además la ciudad más grande que no había sido aún bombardeado, ya que estaba rodeada de colinas. Stearns dijo que probablemente estas colinas producirían un efecto que aumentaría considerablemente el daño de la explosión.
Esta reunión apenas tocó los atributos militares de las 2 ciudades, para empezar Kioto que era la antigua capital de Japón no tenía instalaciones militares significativas, pero sus hermosos templos y edificaciones de madera les causaba atracción.
El general Groves había dicho anteriormente que Kioto debería ser la ciudad elegida, ya que poseía un gran valor sentimental para los japoneses, además de que las edificaciones de madera serían altamente combustibles. A causa de esto el comité acordó por unanimidad que la bomba debería caer en un gran centro urbano cuyo impacto psicológico debería ser espectacular para asegurar el reconocimiento internacional de la nueva arma.
Reuniones para tomar la decisión
El comité de objetivos se reunió en el Pentágono el 28 de mayo, los miembros se concentraron esta vez en fijar el lugar exacto donde caería la bomba. El avión que la transportaría debería de evitar localizar instalaciones militares e industriales ya que eran pequeñas y estaban dispersas, en cambio, dijeron que deberían tratar de colocar el artilugio en el centro de la ciudad seleccionada, eran bastante explícitos al respecto, en otras palabras, dijeron que el avión debería apuntar al corazón de la ciudad.
Un área urbana intacta mostraría la bomba con un gran efecto, si ésta golpeaba a los soldados, a las municiones y a las fábricas de municiones si bien era deseable desde un punto de vista militar, era incidental a esta línea de pensamiento y no influyó en la decisión final. Después de todo, nadie en el comité recomendó algún otro tipo de objetivo y mientras que cada ciudad propuesta tenía objetivos militares tradicionales dentro de él, el verdadero objeto de ataque era la ciudad misma.
El comité rechazó cualquier sugerencia de dar una advertencia o demostración previa de la bomba a Japón, como, por ejemplo, mostrar el ensayo de la bomba en Nuevo México. Groves compartió su desprecio por las personas a las que él llamó almas tiernas que defendían una manifestación sin combate, cuando terminó la reunión el comité no tuvo dudas sobre dónde quería la primera bomba atómica, y que está además haría algo bíblico, borrar una ciudad del mapa.
En el mes de junio, el comité redujo la elección, el día 15 elaboraron los atributos de la ciudad de Kioto. El informe decía: “era una ciudad japonesa típica con una muy alta proporción de madera en los distritos residenciales. Había pocas estructuras resistentes al fuego. Contenía universidades colegios y áreas de cultura, así como fábricas y plantas de guerra, que en realidad eran pequeñas y estaban dispersas, y en 1945 de uso insignificante”. Es por esto que el comité colocó a Kioto en una posición más alta en su lista de objetivos reservados.
Por su parte la ciudad de Kokura también estaba en la lista. Kokura poseía uno de los arsenales más grandes de Japón, repleto de vehículos militares, artillería, armas de fuego pesadas y según informes gas venenoso, por ende, era el objetivo militar más obvio, no obstante, hubo otro grupo de alto poder que se metió en el debate sobre la elección de las ciudades, este era el comité interino de altos funcionarios, convocado por el polémico secretario de guerra Henry Stimson para asesorar al presidente sobre el futuro de la energía nuclear para uso militar y civil.
Sobre el papel, el comité interino parecía omnipotente, sus miembros incluyen además de Stimson a James Byrnes el representante personal de Truman, los científicos Oppenheimer, Lawrence y Enrico fermi se sentaron en el panel científico del comité, el general George Marshall y Leslie Groves recibieron invitaciones para asistir a las reuniones.
A mediados de junio se celebró la reunión de los comités, Stimson abrió el procedimiento con una nota importante: “No lo consideremos simplemente como una nueva arma, sino como un cambio revolucionario en las relaciones del hombre con el universo. La bomba atómica podría significar la condena de la civilización, o un Frankenstein que podría comernos o podría asegurar la paz mundial. Debe ser controlado y alimentado al servicio de la paz”.
Posteriormente Oppenheimer fue invitado a revisar el potencial explosivo de las bombas, se estaban desarrollando 2; la bomba de plutonio y la bomba de uranio fisionable. Utilizaron diferentes métodos y procesos de detonación, aunque se esperaba que ambos entregaron una carga útil de entre 2000 y 20,000 toneladas de TNT, nadie sabía aún su poder precisó. Por otra parte, los números y la destrucción que implicarían atemorizaron al secretario de Estado Brines, como él admitió más tarde.
Byrnes dijo además que, más allá de su horror por las estadísticas reflexionó sobre la sabiduría o la locura de cualquier conversación sobre compartir el secreto con Moscú, por lo que decidió seguir su política que excluye de manera puntual a los rusos y al resto del mundo sobre el decreto atómico.
La discusión surgió sobre la cuestión de si compartir el secreto con la Unión Soviética. Oppenheimer abogó por divulgar el secreto en términos más generales, además, dijo que Moscú había sido siempre muy amigable con la ciencia y que no deberían prejuzgar la actitud rusa. Marshall también se preguntó si una combinación de poderes afines podría controlar la energía nuclear, el general incluso sugirió que se invitará a científicos rusos a presenciar la prueba de la bomba en Alamogordo, programada para julio. Tal conversación alarmó a Byrnes, quien había observado a los soviéticos en la conferencia de Yalta. Stimson, mientras tanto, estaba personalmente preocupado por salvar a Kioto, cuyos templos y santuarios había visitado con su esposa en 1926 cuando era gobernador de Filipinas, por lo que pidió que se eliminara de la lista de objetivos. Añadió que Japón no era sólo un lugar en un mapa, o una nación que debía ser derrotada y que la bomba debería ser utilizada como un arma de guerra de la manera prescrita por las leyes de guerra y lanzada sobre un objetivo militar. Además, señaló que Kioto no debería ser un objetivo, ya que la ciudad es exclusivamente un lugar de casas, arte y santuarios.
Con la excepción de Stimson en Kioto ninguno de los miembros del comité planteó el caso ético, moral o religioso contra el uso de una bomba atómica sin previo aviso en una ciudad no defendida.
El tono profesional, la estricta adherencia a la forma y el frío pragmatismo no admitían argumentos humanitarios, parece que la guerra total había degradado a todos los involucrados.
Stimson comprendió las implicaciones morales de la guerra nuclear, a pesar de que en un primer momento se había mostrado firmemente convencido de que la bomba se usará, pero posteriormente, la idea lo atormentaba, pensaba que Estados Unidos estaba perdiendo su brújula moral de la misma manera que podría estar a punto de reclamar la supremacía militar sobre el mundo. No obstante, los físicos en el panel científico del comité y Groves consiguieron manipularlo, sumado al autoengaño de Stimson.
La reunión que se inició con la declaración del propio Stimson de la nueva relación de la humanidad con el universo terminó con su aprobación del primer ataque atómico, en el centro de una ciudad a la que accedió en momentos después de haber rechazado el bombardeo de civiles.
Finalmente, el comité acordó por unanimidad que las bombas atómicas deberían usarse tan pronto como sea posible, sin previo aviso y en plantas de guerra rodeadas por casas de trabajadores u otros edificios susceptibles a sufrir daños a fin de causar una impresión espectacular en la mayor cantidad de habitantes posibles.
A pesar de todo esto el destino de las ciudades todavía estaba siendo decidido, ese mes de Junio Stimson le preguntó a Groves si la lista de objetivos había sido finalizada, y se enfadó al ver a Kioto en la parte superior de ella, una vez más, ordenó que se arrancara. A pesar de eso Groves hizo caso omiso, ya que la destrucción de Kioto fue idea suya, además sentía una sensación de control propietario sobre cómo debería usarse la bomba. Groves añadió que Kioto era un área lo suficientemente grande para que se pudiera obtener un conocimiento completo de los efectos de la bomba atómica, y que Hiroshima no era tan satisfactorio a este propósito.
Durante semanas Groves siguió refiriéndose a Kioto como un objetivo, a pesar de las claras instrucciones de Stimson de borrarla de la lista. Sin embargo, después de mantener una discusión con el presidente Truman, Stimson resaltó la importancia de eliminar a Kioto de la lista, ya que, si no se eliminaba, la amargura que sería causada por un acto tan indiferente haría imposible la reconciliación con los japoneses.
Las tensiones que llevaron a la guerra fría ya se estaban gestando, y lo último que querían hacer los estadounidenses era reforzar la causa comunista en Asia, fue entonces cuando se añadiera Nagasaki a la lista de objetivos en lugar de Kioto.
El 30 de junio finalmente, Groves informó con muy mala gana al jefe de Estado mayor que Kioto había sido eliminada como posible objetivo de la bomba atómica, la eliminación de Kioto dejaba 5 ciudades en la lista de objetivos, enumeradas por orden de cómo se ajustaban a los criterios del comité de objetivos.
Primero estaba Hiroshima, sede del segundo Ejército japonés, que supuestamente lideraba la defensa de todo el sur de Japón. Además, la ciudad tenía un gran puerto de embarque, situado casi en el centro de una zona urbana.
Kokura, ciudad que poseía uno de los arsenales más grandes de Japón, era por ende el objetivo militar más importante.
Niigata, otro aporte importante, identificado por el mismo comité como un centro potencial de dispersión industrial.
Yokohama, que era también una gran área industrial lugar de fabricación de aviones máquinas, herramientas, equipos eléctricos y refinerías de petróleo y que tampoco se vio afectada por los bombardeos convencionales.
Y, por último, Nagasaki que al ser montañoso no era lo ideal, pero sus astilleros Mitsubishi donde se habían construido los enormes acorazados japoneses le dieron un fuerte atractivo simbólico.
El 25 de julio de 1945, Groves finalizó sus objetivos en una directiva emitida a Carl Spaatz el comandante general de las fuerzas aéreas estratégicas de los Estados Unidos en el Pacífico, “El grupo de la vigésima Fuerza Aérea lanzará su primera bomba tan pronto como sea posible; el clima permitirá un bombardeo visual en uno de los objetivos después del 03 de agosto de 1945… para transportar personal militar y civil del departamento de guerra con el fin de observar y registrar los efectos de la explosión de la bomba, un avión adicional acompañará al avión que lleva la bomba. Los aviones observadores se mantendrán a varias millas de distancia del punto de impacto de la bomba… se entregarán bombas adicionales sobre los otros objetivos tan pronto como estén listas”.
Sorprendentemente, el objetivo final se decidió menos de una hora antes de que se lanzara la bomba. Un informe que señalaba un clima despejado para el 6 de agosto convirtió Hiroshima en el objetivo preferido de la lista, sellando así el destino de la ciudad.
3 días después en la mañana del 9 de agosto, los estadounidenses lanzaron la segunda bomba atómica. El objetivo original era Kokura, pero ese día la ciudad estaba oculta por una nube por lo que la bomba fue lanzada en la cercana Nagasaki, la ciudad con el mejor puerto en la isla de kyush.
Para finalizar
Parece increíble pensar que una ciudad que ni siquiera estaba en la lista inicial de objetivos fuera elegida debido al mal tiempo en la ciudad de Kokura, incluso, ya había otra bomba atómica preparada para ser lanzada el 19 de agosto. Se cree que el tercer objetivo hubiera sido esta vez Tokio, y posiblemente el lugar exacto iba a ser el Palacio del emperador, por suerte, Japón se rindió el 15 de agosto, concluyendo así la Segunda Guerra mundial.
Durante años, se creía ampliamente que fue el arqueólogo e historiador de arte estadounidense llamado Langdon Warner y no el polémico secretario de guerra Henry Stimson, quien aconsejó a las autoridades que no bombardearon ciudades con bienes culturales incluido Kioto. Incluso hay monumentos para honrar al señor Wagner en Kioto y Kamakura.
Esto se pensó debido a que Stimson años antes estuvo detrás del internamiento de más de 100,000 japoneses estadounidenses y que su interés en Kioto estaba motivado por un tema más personal.
Sea como fuere, Estados Unidos se convirtió en la primera y única nación en utilizar armas atómicas durante la guerra. Aunque el lanzamiento de la bomba en Japón marco el final de la Segunda Guerra mundial, muchos historiadores sostienen que con ella también se inició la guerra fría.
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