Zelenski: de bufón a arlequín
K. de Ita Carranza
28 de marzo de 2022
CONTRASTES
De acuerdo con la apreciación de numerosos analistas políticos, Vladimir Putin es la personificación del estoicismo. Putin ha creado en el imaginario colectivo, por si, la imagen de un hombre fuerte e infalible. Su respaldo y aprobación por buena parte de la población rusa es un caso de estudio. Su carisma e imagen de retador ha cautivado inclusive a la simpatía de los ciudadanos de la periferia enclavados en América.
Quien a sus 23 años de edad obtuvo el su primera conquista en agencia de inteligencia soviética, siendo tal el grado de oficial (teniente de Justicia) de la KGB, es la misma persona que se ha convertido en el nuevo zar de los hijos de Riúrik y, con ello, en el contrapeso de occidente.
La comparación es odiosa si ponemos a su lado a Volodímir Oleksándrovich Zelenski, el actual presidente ucraniano que, surgido como comediante y actor, gobierna hoy a la nación más pobre del viejo continente.
Zelenski estuvo condenado, desde el inicio, a ser víctima de múltiples penurias desde que surgió en el duelo electoral, consecuencia de su identidad como figura pública y la percepción que, como espada de Damocles, pendía sobre él. Para la crítica internacional, Zelenski no era más que un payaso, autor de bufonadas y un accidente político no muy lejano a los que ha sufrido la democracia en Latinoamérica. Zelenski era señalado entonces como un sujeto poco serio, inexperto e ineficaz, quien ostenta el poder únicamente por el sentimiento atirruso y la fuerte identidad nacionalista cada vez más peligrosa que afloraba en la piel de los ucranianos.
Para Putin y para no pocos analistas la vitoria era inevitable. La imagen por si sola del mandatario ruso parecía asegurar una rápida victoria. Era ridículo entonces pensar lo contario, pues el destino de las naciones, mas allá de los aliados y el poderío militar, parecía limitarse a las voluntades de sus mandatarios. Putin, el eterno hombre de Estado, el rostro fuerte ante occidente, frente a un comediante que por casualidad gobierna una nación étnica y culturalmente dividida, sometida al eterno imperio ruso y su acoso económico y militar.
EVOLUCIÓN DE LA IMAGEN DE ZELENSKI.
Al son de la marcha marcial mecanizada, sobre la infinita estepa, el ejército más poderoso del continente se adentraba en el granero del mundo.
La desesperación se apodero del espíritu colectivo y miles de personas se apresuron a salvar sus vidas huyendo a Polonia y Rumania. No pocos funcionarios hicieron caso al principio de conservación y cobardemente traicionaron al pueblo cuando este más los requería; no fueron pocas las falsas noticias que aseguraban que el mismo Zelenski había huido para resguardarse en Polonia. La moral del pueblo se hundía tanto o más que las orugas de los tanques rusos en el fango.
No obstante Zelenski hizo lo contrario y, gracias a su experiencia en los medios, emprendió la que parecía la campaña de un solo hombre contra el invisible enemigo. Las redes sociales se llenaron imágenes del mandatario ucraniano en las calles de Kiev, a pie de cañón. Zelenski abandona las formalidades del disfraz de la farsa política y se monta indumentaria con alusiones militares, con la que posteriormente haría apariciones públicas. El resto de funcionarios públicos imitan sus pasos y con ello se presenta ante la resistencia cívica como parte (aparente) de ellos; inclusive, ante representantes rusos, sometidos a la solemnidad en el vestir que acompaña su nombramiento, los símiles ucranianos se reúnen con la misma ropa que podría portar un voluntario en la logística militar.
IMAGEN DE RESISTENCIA
El pueblo ucraniano estaba infectado por un pensamiento fatalista ante el gigante euroasiático y su aparente destino. No obstante, en el frente y en la retaguardia, la imagen de un gobernante (quien sea) eleva de manera sin igual el ánimo y moral de los combatientes, que para si toman la figura de una especie de defensor.
Si bien, el estancamiento de las fuerzas de ocupación rusa se debe, más que a la resistencia del pruebo ucranio, a inconvenientes relacionados con la logística y redes de suministro, Zelenski gustoso, así como sus simpatizantes y sus aliados rufobos, adoptan para si la honrosa resistencia que tanta sangre al pueblo le ha costado.
Zelenski ha recibido el dudoso honor de ser comparado, de manera exagerada y poco realista, con Winston Churchill por parte de los medios de comunicación europeos. Quizá, es pues de todo pueda decirse que en efecto, ambos mantienen una tolerancia poco sana (casi admiración) por organizaciones fascistas.
Finalmente menester es aclarar que, aunque la victoria para el ejército ruso está atada únicamente al tiempo, la imagen de Zelenski pasará a la historia como uno de los casos más curiosos de metamorfosis política. Ahora es recordado como un bufón, pero el tiempo lo premiara como un arlequín, parodia de un héroe, quien resistió a un imperio.
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