EnsayoLetras

Caldero Cotidiano/La decadencia de la escena nacional y sus festivales: ¿a quién le echamos la culpa?

 

Por Roberto Muñoz

Para Mauricio, quien sigue creyendo que Juan Son es un buen cantante.

OJO: si usted aún no ha tomado la valiente decisión de escuchar al ‘rock nacional’ en todo su esplendor, déjeme felicitarlo. Se está evitando sorpresas, risas, enojos y decepciones.

La esperada llegada del MTV Unplugged de Fobia, me hace pensar que este es otro síntoma de lo que vengo sospechando desde hace unos años: la escena nacional está en decadencia. No recurriré al trillado argumento de ‘el rock está muerto’. De hecho, la industria musical de rock sigue produciendo muchísimo dinero; y en la actualidad no hace falta una disquera para que una banda local haga notar su existencia. Pero la ausencia de conciertos y la búsqueda de nueva música en pleno confinamiento, han dejado al descubierto algunos problemas que asolan a la escena nacional y sus festivales, y que a continuación presentaré.

1.- Los festivales: -¡¿Otra vez los mismos?!-

Todo comienza desde antes que anuncien el cartel del Festival. No hace falta ser un melómano para adivinar la cartelera: hasta arriba, en letras gruesas: tres bandas extranjeras; dos son bandas del momento –Tame Impala; Arctic Monkeys; The 1975-, y una banda de señores viejos que en su juventud fueron Guns N’ Roses; The Cure; The Strokes. Ahora, si el asunto es un poco más nacionalista: los únicos nombres nacionales que lucen hasta la cima siguen siendo los mismos de hace 10 o 20 años: Caifanes; Café Tacuba; Panteón Rococó; Zoé. En medio, bandas nacionales que como la posición lo indica: se quedaron a medias. Bandas las cuales su carrera se estancó y ya no dio para más, pero que siguen convocando a viejos y nuevos séquitos. Por último, hasta el abismo del cartel, en una letra difícil de leer para los lentes: un puñado de bandas emergentes, o, si ya de plano no les alcanzó el presupuesto: un puñado de bandas que el promotor vio tocando en un bar, y que por los efectos del alcohol le pareció que tocaban muy bonitos covers.

-¿Dónde está el problema?- dirán algunos. Bueno, el problema es que este cartel ficticio se ha repetido año tras año. Piense usted en una banda que nació en esta última década, y que después de 10 años ya forma parte de los nombres grandes y que convoquen a mares de gente. No existe. ¿Por qué si la escena está inundada de bandas, ninguna ha logrado despegar y causar el mismo revuelo como lo hicieron bandas de los 80’s, 90’s y principios del 2000? ¿Por qué los festivales se ven en la necesidad de rellenar la cartelera con grupos norteños y cumbieros? Esto nos lleva al siguiente problema:

2.- Las bandas: -Me recuerda a esta otra banda…-

Desde el inicio de la historia del rock en el país, se lleva repitiendo un mismo patrón, el cual consiste en que: cada cierto tiempo –por lo regular cada década- nace una nueva camada de bandas. Paso en los 80’s con la llegada de Caifanes, La Maldita vecindad y los Hijos del Quinto Patio, y Botellita de Jerez. Y en los 90’s con la llegada de la ‘avanzada regia’ que se plantó y revitalizó el sonido que le daría la bienvenida al nuevo milenio; todo esto a cargo de bandas como Zurdok, Kinky, Plastilina Mosh, y Control Machete. Hasta aquí todo iba bien. Fueron dos décadas que nos dejaron grandes discos y que dieron la pauta para el resurgimiento de los festivales masivos –Vive Latino-. Entonces, ¿dónde se descompuso todo?

El primer tropiezo.

Entre 2005 y 2007, y con los primeros pulsos del internet; una nueva camada tomaría por sorpresa a una generación hambrienta de bandas que los marcaran en años posteriores y que los representara en ese momento. De repente, bandas como Porter, Austin Tv, Los Dynamite, Bengala, Enjambre, Le Baron, y Nortec Collective; hacían creer que al igual que sus antecesoras, estas despegarían hacia la cima de la industria musical y que representarían al país en festivales extranjeros, pero… no pasó.  Quiero creer que en esos años, hubo relaciones de secundaria que duraron más que muchas de estas bandas. Ya sean por un estilo repetitivo, o por peleas internas que concluyeron en la separación, la mayoría de estas bandas se desvanecieron de la escena.

Años después, algunas regresarían y seguirían una trayectoria donde ya no aspiraban por más, sino la de seguir manteniendo contentos a sus seguidores de tiempo completo. Muy pocas fueron las que sobrevivieron y fueron un éxito al principio de la siguiente década, tal es el caso de Enjambre, que se posicionó en la actualidad –nos guste o no- como una de las bandas pilares del país.

El segundo tropiezo

Después de eso, llegamos a esta última década.  Internet se apropió de la industria musical y el acceso a la música jamás había tenido una apertura tan grande. Las bandas viejas reafirmaban su popularidad vigente en videos y en giras que hacían vibrar la nostalgia de viejos y jóvenes. Es ahí, que paso de nuevo, una nueva camada era inevitable. Era la primera que ya no dependía del capricho autoritario de las disqueras y de las estaciones de radio. Solo bastaba grabar y subirlo a YouTube. El ‘mainstream’ le abrió la puertas a oleadas constantes de bandas, y descentralizó a la capital como único semillero de la escena; ocasionando que la escena fuera menos nebulosa en distintas partes del país.

Si la anterior oleada pecaban de ser caducos, esta oleada pecó de repetitiva y empalagosa. Es claro que el romanticismo ha sido muy unido a la música mexicana en cualquier género; pero en antaño se disfrazaba con inteligencia y en muy buenas metáforas, cosa que las bandas actuales no han podido lograr. Solo basta con checar muchos de los títulos de sus canciones: <<No Confíes en Mí; Eres; Las Penas por Amor; Sentimental; Miénteme; Perfecta; etc. >> 

La sobreexplotación de letras empalagosas ocasionó dos problemas: que las bandas ya no se distinguieran entre si y se quedarán sin identidad; y que los jóvenes hicieran de sus decepciones amorosas un estilo de vida. En la escena se estableció esa fórmula para que cualquier banda alcanzara el éxito inmediato; pero a costa de una inexistente calidad al momento de ofrecer algo más, y se optara por hacer un refrito del sonido de la banda extranjera del momento. Ya no se propone nada nuevo más que en pocas ocasiones como lo es el álbum Moctezuma de Porter. Esto ocasionó que las bandas mexicanas queden rezagadas al momento de hacer comparativas con otras bandas del mismo continente que si se arriesgan y que si proponen nuevos horizontes musicales. ¿Los representantes del rock nacional son los únicos culpables de que estén en un profundo conformismo? Esto nos lleva al tercer problema.

3.- El público: -Ponte por décima vez ‘la célula que explota’…-

Dejando atrás lo molesto que puede ser el público mexicano al ser excesivamente borrachos, o drogados, o peor aún, demasiado sobrios; he sido testigo de lo entregados que son en cada concierto al que he asistido. Porque un concierto es el único lugar donde el jolgorio deja de ser intangible y este se puede palpar en cada una de las terminales nerviosas al momento de escuchar la primera estrofa.

¿Es nuestra entrega tan excesiva lo que ocasiona que seamos tan condescendientes con la música que nos da la escena? Puede ser que la falta de calidad en las bandas ha provocado que el consumidor sea menos exigente.

 Igualmente, otra explicación puede ser que los oyentes mexicanos manejan un espectro amplio. Hay quienes se aferran a ‘lo de antes’ y se niegan a aceptar que llegan a haber buenas bandas actuales; lo cual explica los constantes lanzamientos de discos tributos al rock viejo –Rock en tu Idioma-. Y también hay quienes piensan que la crítica a la escena actual es sinónimo de malinchismo, y se niegan a aceptar que la escena no está en su mejor momento.

Despedida.

Si ha llegado hasta aquí, seguramente algunas preguntas rondan su cabeza: ¿Se acabaron las grandes bandas?, ¿Hay bandas que si valgan la pena?

Yo creo que los constantes cambios en la industria, la sustitución del álbum por ‘Playlist’ y ‘sencillos’, y la gran apertura para las bandas, son lo que ocasiona que difícilmente volvamos a ver bandas generacionales y masivas a la vez.

Respecto a la siguiente pregunta: Sí, aunque contadas con los dedos de una mano, aún existen bandas que siguen proponiendo y ejerciendo una buena calidad. Tales como Porter, Little Jesus, Ramona, Clubz, Vaya Futuro, y Felipe EL Hombre. Regularmente, del norte del país es de donde salen proyectos musicales que valen la pena ser escuchados.

Debemos recordar que ser consumidores nos exige ejercer más crítica con la música que escuchamos. De lo contrario, los festivales, la industria, y las apps, seguirán decidiendo que debemos escuchar. ¿Nos merecemos eso?

contador de visitas
contador de visitas

Facebook Comments