EnsayoLetras

Sr. Fantasma

Por Roberto Muñoz

 

Sr. Fantasma:

Sr. Fantasma, últimamente me ha quedado clara su presencia. Imposible ignorar los ruidos de quien salta en mi techo por la madrugada – es una práctica que los vivos no hacemos –, de quien tocó la puerta de mi cuarto y al abrirla no había nadie, de quien cambiar las cosas de su lugar se le ha vuelto una manía, o un deporte recién patentado. No hace falta mencionar los escalofríos que sufro, pero admito que su creatividad para matar el ocio ha hecho mis días un poco más vívidos, me han sacado de un coma cotidiano.

No sé si llamarlo intruso, por ahora me dirijo a usted con respeto. Si lleva tiempo en este hogar, se habrá dado cuenta que este habitante es un escéptico, a medias llego a creer en algo que mis ojos no puedan ver, pero ante el arrastre de estos días desapercibidos, lentos y claustrofóbicos, me he atrevido a entregarme a sus cuestiones sobrenaturales.

He comenzado a servir dos tazas de café por las mañanas, esperando a que usted entre por cualquier muro, se siente en alguna silla y decida que taza tomar. Hasta ahora sigue sin responder a mi invitación, quiero creer que es porque respeta los estándares de misterio, o simplemente detesta el café.

Seguiré esperándolo, viendo como a cada minuto el humo se va disipando de las tazas, y añorar que un día platiquemos sobre el más allá.

Atte: El que creía ser el único inquilino.

 

 

 

Estimado inquilino:

Al igual que el pacto entre magos sobre no revelar los trucos de magia, el pacto entre los muertos me impide manifestarme por las mañanas como tanto querrías, me disculpo por dejarte plantado.

Pido otra disculpa por las bromas casuales, si tu llevaras muerto catorce años y en el limbo – así como yo –, harías lo mismo; con el tiempo, encuentras un raro placer espantar a los vivos, no hay nada más satisfactorio que una piel pálida y unos vellos de los brazos más despiertos que nunca.

Pero no solo me dedico a causarte miedo; a veces, te veo sentado en las escaleras por las noches mientras fumas, lo haces porque en tu cabeza es una práctica reconfortante, comparto tú idea, yo hace mucho que perdí de mi memoria el sabor a tabaco. También, cuando haces tregua con el insomnio y yo no estoy de humor para espantarte, te veo dormir, y escucho el sonido de tus entrañas, que siempre expresan los malestares que de tu boca no salen.

El propósito de esta carta es para ser yo, quien te de la noticia más relevante de tu vida. Hace poco los muertos hablaron de ti; vas a morir en estos días, no hay vuelta atrás. Tal vez esta no era la manera en la que querías saber del más allá, pero me alegra saber que pronto seremos compañeros espectrales, y que espantaremos al próximo inquilino que te reemplace.

No está de más decir que de este lado de la realidad el paladar se extingue, eso significa que tienes el tiempo medido para saborear tus últimos cigarros; recuerda que son épocas de lluvia, puedes ir a fumar bajo ese kiosco que tanto te gusta mientras ves la lluvia, ese que está en el centro de la ciudad, disfrútalo. No tengas miedo, cuando cierres los ojos, yo te estaré esperando del otro lado.

Atte: El Señor Fantasma.

 

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