EnsayoLetras

Diarios de una motocicleta

Reseña por: Roberto Muñoz

 

Director: Walter Salles

Argentina, Estados Unidos, Chile; 2004; 126 min.

Disponible en: YouTube

“Clavo mi remo en el agua

Llevo tu remo en el mío

Creo que he visto una luz

Al otro lado del rio”

Jorge Drexler

Hace pocos días le dije a mi hermano que elegir una ideología política era como elegir un equipo de futbol: solo puedes elegir uno. Y en esta vida llegas a una edad donde debes elegir si eres de ‘izquierda’ o de ‘derecha’. En mi caso, influenciado por mi hermano, elegí el camino de los menos tontos: decidí ser de izquierda.

Dejando esto en claro, es la razón por la que Ernesto “Che” Guevara es uno de los personajes que más sentimientos me provoca. Se pueden decir muchas cosas de este ser humano. Unos – como yo – dirán que fue el hombre más latinoamericano que pudo existir.  Otros dirán que fue un mito producto de la mercadotecnia de una de las fotos más icónicas de la historia. Pero como diría Paco Ignacio Taibo ll: “todas las sociedades tenemos derecho al mito”, y si esa sociedad es latinoamericana, ese mito puede tener voz, puede tener cuerpo, puede tener esencia y, lo más importante, puede tener historia.

Películas y documentales sobre el ‘Che Guevara’ hay demasiadas. La mayoría se enfoca en un Ernesto enardecido por los triunfos de la revolución cubana, o por la decadencia y el desgaste que tuvo en Bolivia, donde murió. Pero en 2004, Robert Redford se interesó por la historia de este personaje; Robert –quien terminó siendo el productor-, junto con otros colegas dejaron a cargo a Walter Salles para dirigir este proyecto.

El primer acierto de esta cinta es del director, ya que se enfoca en un fragmento poco explorado de la vida de Ernesto Guevara que fue el viaje que hizo por todo el continente en 1952, antes de toda la parafernalia de la Revolución cubana. Para darle identidad a la película, Walter Salles elige un género muy acertado, que es la del género ‘Road Movie’, donde los personajes viajan por carreteras en busca de algo. A comparación de otras películas que comparten el mismo género, donde el primer acto se centra en justificar y planear el viaje de los personajes; Diarios de una motocicleta acelera y de modo retador resume esto en los primeros 5 minutos, donde paralelamente también sirve como el anzuelo que engancha al espectador. Esta introducción rápida puede ser la razón por la que esta cinta adopta en un principio un tono fresco y agradable que termina siendo una ventaja, y que junto a un condimento de un humor preciso, se empatiza más con los dos protagonistas.

El segundo acierto son las actuaciones. Todos los actores interpretan a personajes de sus mismas nacionalidades con excepción del más importante, que es el personaje del ‘Che’ que es interpretado por, el más que conocido actor mexicano, Gael García Bernal; esta decisión arriesgada no es ningún problema, ya que Gael hace un papel sólido y un acento argentino que puede ser convincente para cualquiera que no sea de dicho país. Si hay que destacar una actuación es la de Rodrigo de la Serna, quien interpreta a Alberto Granado, que nos presenta a un personaje extrovertido, con un humor picaresco que es la contraparte del aspecto osco del Che; esta actuación da un buen equilibrio a esta dupla que tiene química y que a lo largo de la película muestra de manera convincente una amistad entre los dos amigos viajeros.

El tercer acierto es el guion a cargo de José Rivera. Este guion opta por no seguir un mismo tono a lo largo de la historia; como ya he dicho: el primer acto es un tono ligero y agradable, que es un reflejo de la psicología en ese momento de los personajes. Más adelante –en el segundo y tercer acto- el tono salta a ser de aspecto lúgubre, ya que los personajes se van adentrando al corazón del continente y junto con ellos, somos testigos de las diversas realidades latinoamericanas: como lo son las injusticias y las desigualdades sociales. Esto es contado a través de situaciones que no solo van forjando carácter y madurez en los protagonistas, sino que va mostrando una evolución y el nacimiento de los ideales que utilizarían en un futuro.

El último aspecto que quiero destacar es el de la música. Gustavo Santaolalla –el ganador de dos Premios Oscar- nos acompaña en toda la travesía con su Ronroco, instrumento que hace una banda sonora que nos conmueve, como lo es la canción ‘De Usuahia a la Quiaca’. También el soundtrack no tiene desperdicio alguno; canciones como ‘Chipi Chipi’, interpretada por María Esther, es una melodía que invita a sentir el ritmo chileno; también es el caso de la canción original de la película: ‘Al otro lado del rio’, a cargo de Jorge Drexler, poema en música que le valió el Premio Óscar a la mejor canción original del año.

Es claro que esta película es infravalorada y que el tiempo todavía no le hace justicia. Fue de esos casos donde la cinta hizo ruido en festivales y premiaciones, y este se fue desvaneciendo a lo largo de los años, al grado de que sus dos nominaciones a los Óscares, de los cuales gano uno, ya pasaron al olvido. Aun así la cinta sigue ofreciendo una aventura que invita a reflexionar sobre la situación del continente, que habla de un Che Guevara joven que un día tuvo el valor de cruzar Latinoamérica. Recomendada para todo el público. Y hoy en día: una de mis películas favoritas.

Calificación: 8/10

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